La vajilla de oro: lujo y privilegio

La vajilla de oro: lujo y privilegio

29.01.2019

 

A los miembros de las dinastías y de las familias reales, en su vida cotidiana los rodean excelentes obras de arte, caros tejidos y tapices, joyas finas y, por supuesto, vajilla de oro que es uno de los atributos de vida de la realeza. Sin embargo, cualquier persona puede sentirse aristócrata comprando la vajilla o copas bañadas en oro.

 

La tradición de la vajilla dorada

Los humanos siempre apreciaban el oro. El metal noble es símbolo de riqueza y de majestuosidad, indica al nivel de bienestar y a la alta condición de su poseedor. Gracias a su buena plasticidad, el oro se usa desde los tiempos antiguos para la fabricación de platos y utensilios de cocina.

De los platos preciosos comían los emperadores del Antiguo Egipto y de la Antigua Roma, los escitas nobles, los jefes indios y los sacerdotes de la América precolombina.

Un hecho interesante: si a un enemigo lo invitaban a comer y la comida se servía en los platos de oro, esto significaba una propuesta de paz.

 

En los siglos X-XV en casas de personas ricas la comida normalmente se servía en los platos finos de oro de forma redonda y ovalada. Los fabricaban a mano y los decoraban con piedras preciosas y tallados. En cada ceremonia solemne se usaba la vajilla de oro. Se solía ostentar las cosas más caras. De esta manera la gente rica y noble demostraba a todo el mundo que pertenecía a la clase alta.

En la Antigua Rusia los festines de los zares no prescindían de la vajilla preciosa. En el siglo XVII los nobles rusos usaban muy frecuentemente copas, cazos y cálices de oro. Normalmente los decoraban con perlas y piedras finas. Los cazos de oro tenían la forma de barca, y parecían pájaros flotando en el agua. En las copas de oro se servían vinos extranjeros y en los cazos de oro, la miel fresca.

 

Para las casas reales europeas, la cubertería de oro la producían principalmente los orífices de Hamburgo. Los cuchillos, tenedores y cucharas de oro, los adornaban abundantemente con cincelado y ornamentos complicados. Como el oro es un metal muy blando, se usaba solo para hacer el mango, y la hoja del cuchillo se hacía de acero.

 

Un regalo duradero

La vajilla de oro es, ante todo, obra de arte y no solo enseres domésticos.

La tradición de regalar juegos de oro se puso de moda hace unos siglos. Los aristócratas y la gente noble regalaban unos a otros la vajilla refinada hecha del metal precioso. El motivo por el cual se hacía el regalo habitualmente iba reflejado en la decoración de los objetos de oro: el orífice hacía un grabado con iniciales del homenajeado o los escudos familiares.

Los juegos de oro se heredaban y eran considerados reliquias familiares. Con los años su valor solía aumentar.

Un hecho interesante: La religión musulmana no acepta el uso de la vajilla de oro. “En este mundo no beban de vasos de oro y no coman de platos de oro. Entonces usarán la vajilla preciosa en el otro Mundo”.

 

Los objetos modernos

Hoy en día, muchos orífices, diseñadores y casas de moda crean del oro verdaderas obras de arte: cubiertos exclusivos que tienen un valor muy alto. 

 

 

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En nuestros días la compra de oro es una sabia inversión de medios. Una persona rica que compra la vajilla de oro, no suele utilizarla, sino la exhibe como un objeto de valor, un indicador de lujo y de bienestar material. Y la gente de hoy que quiere aumentar su capital, invierte el dinero comprando lingotes de oro, el activo seguro para proteger los ahorros de inflación.

 

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